Editorial Alaire

El modo en el que a veces te quiebras,

astillándote en hijos delgados,

es tu forma elemental de estar presente. Yo

te contemplo, agazapado, completa, desplegada

como un índice, erguida igual que un dogma, yo

disipo mi violencia perezosa

en la fertilidad de tu asombro,

renacida, tras el largo barbecho de la noche.

Y no hay desdén, solo aureolas de viento,

como siempre, arropándote.

Deja que te ame unos segundos,

cuerpo de luna doblada y escondida.

Sin pasarme, deja que te ame unos segundos.

Todo el poema es una joya Juan, de esas que te resulta imposible apartar la mirada y lo lees y relees y te sigue pareciendo tan hermoso como la primera vez que lo hiciste y te preguntas si ella se dejó amar esos segundos.

Precioso de principio a fin.

Abrazos.

Juan, te felicito, todo un placer de lectura.
Con un saludo.

Sin pasarme, deja que te ame unos segundos.


Excelente cierre, un placer leer su poesía,
saludos cordiales.

Maria Pilar Gonzalo escribió:Todo el poema es una joya Juan, de esas que te resulta imposible apartar la mirada y lo lees y relees y te sigue pareciendo tan hermoso como la primera vez que lo hiciste y te preguntas si ella se dejó amar esos segundos.

Precioso de principio a fin.

Abrazos.

María Pilar, tu comentario me ha resultado emocionante. Es lo más bonito que se puede decir de un poema, y te lo agradezco más de lo que te puedas imaginar.

Un abrazo.

Cuánto he disfrutado este poema, es muy hermoso y pasas por él como un vientecillo suave.
Abrazos
Pilar

Un poema de una belleza y de una ternura fuera de lo común. Un placer haberlo leido. Abrazos.

Con un sigiloso verso aderezas un poema que ama casi
sin permiso y con el miedo de llegar a conseguirlo
Derrocha lirismo y buen hacer cada verso, amigo

un abrazo

Guillermo

Un gran poema, sin fisuras.

Abrazos

Esteban

[quote="Juan Fionello"]



El modo en el que a veces te quiebras,

astillándote en hijos delgados,

es tu forma elemental de estar presente. Yo

te contemplo, agazapado, completa, desplegada

como un índice, erguida igual que un dogma, yo

disipo mi violencia perezosa

en la fertilidad de tu asombro,

renacida, tras el largo barbecho de la noche.

Y no hay desdén, solo aureolas de viento,

como siempre, arropándote.

Deja que te ame unos segundos,

cuerpo de luna doblada y escondida.

Sin pasarme, deja que te ame unos segundos.

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Muy hermoso poema, amigo Juan. Tanta hermosura no es extraña en tus obras. Con frecuencia, consigues trabajos que son bastiones de tu poética, susceptibles de ser recordados, uno a uno, merced a los fundamentos que los presiden.
Quiero decir que hay autores que una vez leídos varios de sus trabajos, ya se los has leído todos. No es tu caso; aportas, sumas en cada nueva entrega.

Ha sido un placer leerte. Felicidades por este poema sumamente evocador.
Un cordial abrazo.

Coincido plenamente con Esteban y Rafel!

De pie para aplaudir esta obra magna.

Un abrazo fuerte, poeta.

Hallie

Hernán Correa escribió:Juan, te felicito, todo un placer de lectura.
Con un saludo.

Muchas gracias, Hernán, muy amables tus palabras.

Un saludo cordial.

Blanca N. García González escribió:Sin pasarme, deja que te ame unos segundos.


Excelente cierre, un placer leer su poesía,
saludos cordiales.

Muchísimas gracias, Blanca, por su generosidad.

Un cordial saludo.

Ronald Bonilla escribió:Un hermoso poema, que culmina con el lirismo, luego de un viaje que metaforiza algunos conceptos. Sugerente y original, musical y contundente. Bien, amigo Juan.

Muchísimas gracias, Ronald. Es un honor para mí que te haya gustado el poema y te agradezco sinceramente que lo hagas patente con tu generoso comentario.

Un afectuoso saludo.