Editorial Alaire

A mi perro le gustan las calles derrotadas,
donde hace la lluvia penachos de barro
y el suelo revela relieves antiguos
en las quebraduras de algunos portales.

Suele sacarme de un camino limpio
su tracción intensa;
como si escapáramos de un escaparate
se nos ve correr,
saltar como piedras sobre el agua plana,
deslizarnos juntos
en pos de la herrumbre,
del olor a hoguera y a hostales de insectos.

Mi perro, sintiéndose solo pies y hocico
se agita y ensancha
mientras yo me agacho
ante el mármol frío de algo que supongo
una blanca lápida
-parece que cubra la fosa en que yacen
los huesos inertes de la clase obrera-

Y el silencio engaña al asfalto roto;
sugiere que dentro de los desconchados
y tras de las puertas
nadie está dormido, nadie está despierto.

Mi perro recorre el callejón podrido
sopesando aromas, suponiendo vidas
y risas de gentes tan empecinadas
en vivir que siguen en alguna parte
riendo y negándose a llevar sus huellas
a ese nuevo espacio
tan verde en los rincones de los mapas,
tan pardo en los ojos de los perros.

Los perros son muy inteligentes y saben donde hay humo de hogar o residuos de hoguera
Un hermoso poema que nos lleva a vestigios sin resolver, al menos eso me ha sugerido.
Un gusto perderme por tus versos y dejarme seducir por ellos
Abrazos
Pilar

Ese olfato del perro es similar a cierta tendencia que tenemos a rebuscar entre lo herrumbroso, entre el barro, rincones alejados del escaparate del consumo y del televisor, en busca del alma humana. Saludos, Juan. Buen poema.

Creo que tu perro es sabio y te lleva por lugares que reflejan muy bien la condición humana. A mi también me gustan las calles derrotadas. Una obra de lo más interesante, Ramón. Un abrazo.

Pues mira tú por dónde utilizaste el magnífico olfato de tu perro para descubrir
que la intimidad del poeta va al encuentro de la buena poesía que circula por dentro, allá donde el sentimiento pone aroma.

Un abrazo

guillermo

Hermoso poema, amigo Juan, donde nos das a conocer un can ¿quijotesco? ¿Cuatro patas y rabo idealistas? Si relinchara podría ser un Rocinante, y el dueño sería un caballero de lides románticas, arengando ejércitos de hormigas callejeras contra la bota del sistema que quiere aplastarlas.
Ha sido un placer leerte. Felicidades por el poema.
Uncordial abrazo.

Pilar Morte escribió:Los perros son muy inteligentes y saben donde hay humo de hogar o residuos de hoguera
Un hermoso poema que nos lleva a vestigios sin resolver, al menos eso me ha sugerido.
Un gusto perderme por tus versos y dejarme seducir por ellos
Abrazos
Pilar

Muchas gracias, Pilar, me alegra saber que has disfrutado de este poema, y como siempre, muchas gracias por tu generosidad.

Un abrazo.

ROBERTO LÓPEZ escribió:Ese olfato del perro es similar a cierta tendencia que tenemos a rebuscar entre lo herrumbroso, entre el barro, rincones alejados del escaparate del consumo y del televisor, en busca del alma humana. Saludos, Juan. Buen poema.

Gracias por tu amable y profundo comentario, Roberto; tu interpretación enriquece el poema, lo que te agradezco sinceramente.

Un abrazo.

Ramón Carballal escribió:Creo que tu perro es sabio y te lleva por lugares que reflejan muy bien la condición humana. A mi también me gustan las calles derrotadas. Una obra de lo más interesante, Ramón. Un abrazo.

Cuando es mi perro el que dirige los paseos y yo el que le sigo, nuestras caminatas se hacen mucho más interesantes; esa sabiduría instintiva de la que hablas es una de las cosas que me fascinan de los perros. Muchas gracias por tu amable comentario y un gran abrazo, Ramón.

Poema original y muy bello, un gusto leerte, Juan. Un saludo.

A mi perro le gustan las calles derrotadas,
donde hace la lluvia penachos de barro
y el suelo revela relieves antiguos
en las quebraduras de algunos portales.

Suele sacarme de un camino limpio
su tracción intensa;
como si escapáramos de un escaparate
se nos ve correr,
saltar como piedras sobre el agua plana,
deslizarnos juntos
en pos de la herrumbre,
del olor a hoguera y a hostales de insectos.

Mi perro, sintiéndose solo pies y hocico
se agita y ensancha
mientras yo me agacho
ante el mármol frío de algo que supongo
una blanca lápida
-parece que cubra la fosa en que yacen
los huesos inertes de la clase obrera-

Y el silencio engaña al asfalto roto;
sugiere que dentro de los desconchados
y tras de las puertas
nadie está dormido, nadie está despierto.

Mi perro recorre el callejón podrido
sopesando aromas, suponiendo vidas
y risas de gentes tan empecinadas
en vivir que siguen en alguna parte
riendo y negándose a llevar sus huellas
a ese nuevo espacio
tan verde en los rincones de los mapas,
tan pardo en los ojos de los perros.




Vaya fuerza que alberga la esencia de este poema! Olfato, instinto, declive, pozos, todos conjugados en un magnífico hacer literario, Juan.

Felicitaciones y aplausos !!!!

Hallie

Todo un itinerario instintivo por la vida, sus miserias y variados desengaños... ese animal que nos empuja.

Un placer de lectura, querido amigo.

Un abrazo.

Y cuánto sabe nuestro perro, el de cada uno. A diferencia de nosotros su olfato le ayuda a percibir el problema antes de su venida.
Impresionante poema y final de lujo

tan verde en los rincones de los mapas,
tan pardo en los ojos de los perros.

Un placer leerte Juan.
Saludos

Guillermo Cuesta escribió:Pues mira tú por dónde utilizaste el magnífico olfato de tu perro para descubrir
que la intimidad del poeta va al encuentro de la buena poesía que circula por dentro, allá donde el sentimiento pone aroma.

Un abrazo

guillermo

Gracias por tu bonito y generoso comentario, Guillermo.

Muchas gracias y un abrazo.

Juan, todo un placer leerte, el poema es magnífico y te aplaudo.