La huida. (L. II)
Publicado: Dom, 15 May 2011 19:04
Soñando está la voz en lo inaudito,
ensueño suspendido en las cenizas.
Tu voz, mi voz, las quejas conjurando el instante
donde pudimos detener la huida.
Está en nuestro carácter el pecado,
en los surcos severos de dos karmas suicidas.
Del reino más humilde de los dones,
te supuse princesa en la otra vida.
En el limbo sin suerte que quisiste abortar
ya no existen indultos, los sueños se marchitan
al borde de un espanto sudoroso:
la fiebre es el presidio de una mente sencilla.
En las normas dispuestas por nosotros,
notablemente urdidas,
hablabas de poetas (tú siempre maquillada),
yo, casi sin peinar, pensaba en poesía.
Yo soñaba proyectos de abril y tercas canas,
tú, los estilos regios de corte realista.
Llenamos de palabras sin presencia
una doble misión, de cintura furtiva
y magnetismo, huido ya el consuelo
que hallas al calor de las caricias.
Ahora los reflejos son lejanos
y en las tierras que fueron refugio de la huida
pronto se hará de noche,
en las dos, en tu tierra y en la mía.
Perdón para dos firmes presidiarios
en la escapada del vivir sin risas.
Espero que recuerdes que el pasado no existe,
no existe ni el presente; ahora es utopía
y antes de ahora mismo se acaba de extinguir.
Solo existe el futuro, leyendas que palpitan,
te lo afirmo, abril de la amistad,
memorial de sonrisas.
Es el mañana del estilo libre,
cada cual con el suyo, por detener la huida.
Sin embargo, no dudes que te sé.
Si paramos de huir, tendremos una cita.
ensueño suspendido en las cenizas.
Tu voz, mi voz, las quejas conjurando el instante
donde pudimos detener la huida.
Está en nuestro carácter el pecado,
en los surcos severos de dos karmas suicidas.
Del reino más humilde de los dones,
te supuse princesa en la otra vida.
En el limbo sin suerte que quisiste abortar
ya no existen indultos, los sueños se marchitan
al borde de un espanto sudoroso:
la fiebre es el presidio de una mente sencilla.
En las normas dispuestas por nosotros,
notablemente urdidas,
hablabas de poetas (tú siempre maquillada),
yo, casi sin peinar, pensaba en poesía.
Yo soñaba proyectos de abril y tercas canas,
tú, los estilos regios de corte realista.
Llenamos de palabras sin presencia
una doble misión, de cintura furtiva
y magnetismo, huido ya el consuelo
que hallas al calor de las caricias.
Ahora los reflejos son lejanos
y en las tierras que fueron refugio de la huida
pronto se hará de noche,
en las dos, en tu tierra y en la mía.
Perdón para dos firmes presidiarios
en la escapada del vivir sin risas.
Espero que recuerdes que el pasado no existe,
no existe ni el presente; ahora es utopía
y antes de ahora mismo se acaba de extinguir.
Solo existe el futuro, leyendas que palpitan,
te lo afirmo, abril de la amistad,
memorial de sonrisas.
Es el mañana del estilo libre,
cada cual con el suyo, por detener la huida.
Sin embargo, no dudes que te sé.
Si paramos de huir, tendremos una cita.