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Juan Fionello escribió: Se pudo oír el suspiro inesperado,
inevitable, que llenó el aire de anhelo.
En esa estancia quedaron poemas
dormidos en los pliegues de las sábanas
- mudas como lenguas de polvo-
los libros allí quedaron yermos.
Fue mi metáfora.
Se pudo oír en tu casa. Escuchaste
el deglutir del viento, viste mi ahínco
por cerrar cada ventana y cada puerta.
Fue mi metáfora.
Palabras de leña,
palabras de azúcar,
palabras de cayena,
ya son tuyas. Yacen en ti.
Muchas gracias por tu más que generoso comentario, Roxane.E. R. Aristy escribió:Juan Fionello escribió: Se pudo oír el suspiro inesperado,
inevitable, que llenó el aire de anhelo.
En esa estancia quedaron poemas
dormidos en los pliegues de las sábanas
- mudas como lenguas de polvo-
los libros allí quedaron yermos.
Fue mi metáfora.
Se pudo oír en tu casa. Escuchaste
el deglutir del viento, viste mi ahínco
por cerrar cada ventana y cada puerta.
Fue mi metáfora.
Palabras de leña,
palabras de azúcar,
palabras de cayena,
ya son tuyas. Yacen en ti.
Belleza sublime pinta las paredes de este ambito circular, el amor escucha, el amor presta oido, el amor reconoce el poder de las palabras y sabe cuando callar. Me maravillan tus imagenes y me conmueven. Te felicito, Juan.
Abrazos,
Roxane
Y es una interpretación bastante acertada, Ramón. Se trata de un momento en el que todo calla, y aunque las relaciones personales son cambiantes, y tienen mejores y peores momentos, este poema se refiere a los peores.Ramón Carballal escribió:El poema es muy bueno. A mi-no sé si estoy acertado- me transmite una visión bastante pesimista de las relaciones personales, de la incomunciación que habitualmente las mata. Esa es al menos la interpretación que le he dado. Un abrazo.
Ya sabes, Mario, que el pesimismo y el optimismo es cuestión de momentos. Muchas gracias por tu favorable valoración.Mario Martínez escribió:Hola Juan.
Un excelente poema, amigo mío, aunque destile algo de pesimismo. Abrazos.
Mario.
Siempre tienes el Don de trasmitirJuan Fionello escribió: Se pudo oír el suspiro inesperado,
inevitable, que llenó el aire de anhelo.
En esa estancia quedaron poemas
dormidos en los pliegues de las sábanas
- mudas como lenguas de polvo-
los libros allí quedaron yermos.
Fue mi metáfora.
Se pudo oír en tu casa. Escuchaste
el deglutir del viento, viste mi ahínco
por cerrar cada ventana y cada puerta.
Fue mi metáfora.
Palabras de leña,
palabras de azúcar,
palabras de cayena,
ya son tuyas. Yacen en ti.
Bueno, para mí, el pesimismo, como el optimismo, son estados de ánimo que se intercalan en el día a día. Muchas gracias por tu lectura y por el elogio que haces de los versos.Israel Liñán escribió:Un gran poema Juan, pesimista, pero como ya dijo alguien, un pesimista es un optimista bien informado.
Un placer leerte.